jueves, 24 de mayo de 2012



Violeta 

En los tristes años de la dictadura del general Pinochet, en Chile, el Régimen decidió cambiar los nombres de veinte poblaciónes de los suburbios más pobres de la ciudad de Santiago; y en el rebautizo, una de las poblaciónes, la población Violeta Parra, recibió el nombre de algún militar heróico, pero sus habitantes se negaron a llevarlo, se negaron a llamarse con otro nombre que no fuera su nombre; y en unánime Asamblea dijeron: "Somos Violeta Parra o nada". Y así riendieron homenaje, una vez más, a aquella campesina cantora, de voz gastadita, que en sus peleonas canciónes había sabido celebrar los misterios de su tierra y de su gente. 
Violeta era, era pecante y picante, amiga del guitarreo y del converse y del enamore y por bailar y por payasear se le quemaban las empanadas... "Gracias a la vida..." cantó en su última canción y un revolcón de amor la arrojó a la muerte. 

Los Nadies 


En una esquina del semáforo rojo, alguien traga fuego, alguien lava parabrisas, alguien vende banderitas o muñecas que hacen pipí. Alguien lee el horóscopo dando gracias a los astros porque se ocupan de él. Alguien habla con el teléfono después de colgar el tubo. Alguien conversa con el televisor. Alguien riega flores de plástico. Alguien sube al ómnibus en la madrugada y el ómnibus sigue estando vacío. 

Hoy voy a contarles a mi modo y manera algunas historias de "Los Nadies", que son muchos. 

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres...Que algún mágico día llueva la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte, pero ni en lloviznita cae la buena suerte, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Por mucho que a los nadies les pique la mano izquierda o se levanten con el pié derecho o empiecen el año cambiando la escoba...Los nadies, los dueños de nada, los hijos de nadie, los ningunos, los ninguneados que no son aunque sean, que no hablan idiomas sino dialectos, que no profesan religiones sino supersticiones, que no hacen arte sino artesanía, que no tienen cultura sino a lo sumo folclore, que no son seres humanos sino recursos humanos, que no tienen nombre sino número, que no figuran en la historia universal sino en la crónica roja de la prensa local... Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata. 

                  Guerras calladas 

No estalla como las bombas ni suena como los tiros, el hambre, que mata callando, mata a los callados. De ellos sabemos todo. Los expertos, los Obrólogos los estudian y nos ofrecen los datos actualizados: Qué no comen, en qué no trabajan, cuántos son, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, en qué no creen... Solo nos falta saber, por qué los pobres son pobres. Ellos, los muertos de las guerras, los presos de las cárceles, los brazos disponibles, los brazos desechables, sin tierra, sin casa, sin camino... 

¿Será que los pobres son pobres porque su hambre nos da de comer y su desnudez nos viste? 

¿Qué sería de nosotros sin ellos? 

sábado, 19 de mayo de 2012


I.  NISÁN  (LUNA NUEVA)

Cinco lunas heridas
tiene el Amor y en ellas
brilla el peso del mundo
su dolor, su cansancio, su alegría,
su tristeza, su esperanza.
Por estas cinco lunas fijas,  libres,
abiertas, transparentes, altísimas,
rodenas estrías en su cuerpo,
lazado y vertical, se me muere el amor.
Se me muere para nacerme siempre
a golpe de por qué
y nublos desgarros,
diluvios de inocencias heridas, muriendo
mientras nuestras conciencias van,
vuelven a sus fiestas de luto
mientras, -sí, tú ya lo sabes-, en nuestra
soledad hay una orquesta de verdades
esperando en silencio.

Sabe el Amor
de dulces abandonos y amargas delicias.
Colorea la pena igual que la mañana…
Nudo se va  y vuelve
colmado, prodigioso, fecundo.
¡Qué azul es el mar
y qué libre la forma!
Así el Amor, agua dúctil, fuego
sin límite, incombustible, creciente
fértil como Luna en su gloria.

lunes, 7 de mayo de 2012

Camino en la Fe...: Las manos de Teresa

Camino en la Fe...: Las manos de Teresa: Las manos de Teresa Porque tus manos dibujan mariposas de azúcar y caricias en este inenraizable mantel otoñado de septiembre n...

domingo, 6 de mayo de 2012

Un poema de Eduardo Mitre



Un poema de Eduardo Mitre



Y se quedarán los pájaros cantando.
J.R.J.
Me da una pena indecible
decirles para siempre
adiós a las palabras.
De todas las lenguas,
y mucho más
a las amorosas de la nuestra.
Y todo por un silencio
que no es nada sin ellas,
por una mudez
que ni siquiera es ausencia
sino pura pérdida.
Me dan pena mis oídos
que ya no escucharán
la voz de nadie,
y mis labios
que no nombrarán ya nada;
mientras ellas seguirán,
palpitantes, de labio en labio,
revoloteando en el aire,
con sus alas ya imposibles
para mi voz apagada.
(publicado en Letras Libres N° 161, mayo 2012)
Irad Nieto | May 7, 2012 at 4:15 am | Catego

Poemas del Libro Colectivo "Palabras que dan de Comer" para beneficio de la Casa de Caridad, Valencia


LEJANA PRIMAVERA


...Pero ahora es el fuego
el que apaga las aguas
de mi búsqueda; el río
de llamadas; los pasos
perdidos en polígonos, mercados,
ferias, bares, calles,
campos, centros comerciales,
periódicos, cristales,
farolas, aceras, locutorios...

Hace tiempo que vino
sin aviso y se ha quedado
y permanece y sigue
sin moverse, conmigo,
y a veces...
                   me precipita
como raíz profunda,
como pólvora triste
como un lento dolor,
hacia el cansancio de la desesperanza.

Entre cuatro paredes
desviven mis ansias y sus horas
labrando mi tierra y sus silencios,
sin pulir otro metal
que aquél día, y éste, y otro
día buscando sentir
de nuevo la dicha
del trabajo, cualquier
trabajo bien hecho.

Sigo sembrando de sal y sombras los caminos
porque, mientras espero, oigo crecer
profunda y fuerte, lejana aún, la primavera.




EL SAUCE DEL DOLOR


-Once millones de rostros están
cruzando el umbral de la pobreza
mientras recorres estos versos...
Déjame que te cuente, amigo,
que hoy mismo, de cien europeos
parados, noventa y cinco son
griegos, portugueses o españoles.-

El sauce del dolor crece
entre las aceras y en mitad de las calles
y los contenedores de los supermercados
a las ocho y media de tus noches
de acecho a las bolsas de sobras
que desbordan nuestros ojos
y nos queman la cara como el océano
de nuestra impotencia.

El sauce del dolor no se aparta
de la cola del paro ni las filas de cáritas;
y en las noches sin techo, las estrellas,
sus ramas, se extienden sobre miles
de cajeros y puentes y portales
donde hambre y el frío y el insomnio
arropan nuestros sueños.

El sauce del dolor lleva todos los nombres
escritos en sus hojas caídas
al sur de nuestro llanto roto
perdido, infinito en la noche perdida...
Siempre al sur donde esperamos
nos nazca  la esperanza.





            Autor

Gabriel Hernández Molero