PALABRA SOBRE EL DÍA
“How shall our living konw its ends of yielding”
(“Cómo sabrá nuestro vivir el final de su entrega”)
W. D. Snodgrass
Las sábanas retienen noticias de la noche,
llega la luz y llega sobre el cuerpo
un lento cúmulo de urgencias
que hace más necesaria la pereza
porque hay posos de sueño aún sobre las manos.
La mañana convoca mi piel para la dicha.
* * *
Como entonces el mar, libre párpado herido,
refugio transparente de brazos extendidos,
tú,
presencia transitoria que me otorgas aquí
la eternidad.
* * *
Hiero signos de estrellas sobre la piel del agua
para escribir la única palabra de toda esta distancia
con la caligrafía de los silencios.
* * *
El pulso que me habita se hace
carne en el tiempo, nudo de lluvia
donde anide tu cuerpo.
Donde anide tu cuerpo extenderán mis besos
una alfombra de luz contra las sombras.
* * *
Para volar, mis ojos, porque nacen del canto
de la dicha y tu cuerpo sobre todas las horas.
* * *
Desnudas el silencio de todas las palabras
y convocas la música con el claro latido
de tu libre ternura.
* * *
Hallo siempre tu cuerpo en todos mis caminos.
Todas estas palabras dicen
y no dicen tu nombre.
* * *
Porque mis ojos hablan
mejor que las palabras,
mírame, escucha,
cómo habla el deseo.
* * *
Porque el sueño es saber
estudio tu cuerpo en las vigilias
para aprender, nocturno,
en las sábanas del sueño y el deseo.
Vuelven mis manos a ceñir la mañana.
La lección de la noche
nos entrega, como don de la dicha,
su memoria.
* * *
Hay que subir al aire para llegar a ti
pues habitas en la tienda del viento
y del abrazo.
Entro en su fresca estancia
y se cuelan conmigo los ángeles del gozo.
* * *
Una lágrima dulce resbala sobre el suelo,
es mayo que desciende la escala de la dicha
que arde en nuestro incendio.
* * *
Nacer desde la luz oscura de tus labios.
Morir desde tu pecho, labrado territorio del deseo.
* * *
Sabor, noticias, nombres
necesito de ti.
Rumor, músicas, silencios
necesito de ti.
Madrugada sin ti, desnudo
insomnio de no abrazarte
ahora, helado entre recuerdos,
no perseguir tus pechos,
no amarte, plata pura de nuevo.
Aquí me precipito,
aislado sauce solo;
llanto,
cauce
seco
de
ti.
Donde no están tus ojos
no hay ventanas para nacer
la luz.
Madrugada sin ti,
vendido a la pasión
te solicito en este exilio
de barro deslumbrado.
Madrugada sin ti,
Madrugada sin tiempo,
porque sólo al besarte el tiempo se establece.
* * *
Paradoja del río que nos lleva,
-viene, ve, vence-
y vuelve y siempre es otro,
como otra es la luz
antigua que nos abre
con fija claridad
la misma herida hoy.
* * *
Era la luz palabra sobre el día
y en su silencio se condensaba el canto.
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